Respuesta :

El comercio en la época del emperador franco Carlomagno (742-814) se redujo al transporte de algunos toneles de vino o sal, al tráfico prohibido de esclavos y a unos pocos artículos de lujo traídos de Oriente. Desde el cierre del Mediterráneo por el Islam se acabó la actividad comercial regular, la circulación constante y organizada, así como la clase de mercaderes profesionales o de sus establecimientos en las ciudades. Aunque pervivieron pequeños y rudimentarios mercados locales, se destacó el empobrecimiento general de la época. La circulación de dinero se volvió lenta e insuficiente. Aunque el imperio de Carlomagno fue muy brillante culturalmente hablando, en el aspecto económico fue un siglo de regresión. Los recursos del soberano se limitaron a las rentas de sus dominios, a los tributos de los pueblos vencidos y al botín de guerra.

La base económica, tanto del Estado como de la sociedad, será entonces la propiedad territorial. El Estado carolingio fue esencialmente agrícola. El comercio era insignificante y por lo tanto no existía más fortuna que los bienes raíces, ni más trabajo que el rural. La desaparición de los pequeños propietarios libres se aceleró, la necesidad de protección los obligó a buscar la tutela de los poderosos.

Con la casi desaparición de la circulación comercial, de la clase comerciante y de la población urbana, resultó inútil seguir produciendo más de lo mínimo indispensable para la subsistencia de los habitantes, propietarios y arrendatarios, que vivían en el dominio. La economía de cambio fue sustituida por una economía de consumo. Cada dominio, en lugar de continuar su relación con el exterior, constituyó un pequeño mundo aparte. Vivió de sí mismo y para sí mismo.